Ubicada en el centro histórico de Valencia, la plaza de la Reina se erige como uno de los espacios más emblemáticos y encantadores de la ciudad. Este espacio no es solo un punto de encuentro para locales y turistas, sino también un lugar idílico, tanto para pasear por sus zonas ajardinadas, como para disfrutar en una de sus soleadas terrazas de un merecido descanso, y embelesarse con sus magníficas vistas.

Un nombre con Historia
La plaza recibe el nombre de “la Reina” en honor a la reina María de las Mercedes de Orleans, esposa de Alfonso XII (1874-1885), como gesto de homenaje a su figura. Originalmente, era una plazoleta que ocupaba un pequeño espacio en el lado opuesto de la Catedral de Valencia. Sin embargo, con la intención de convertirla en una especie Plaza Mayor de la ciudad, se llevaron a cabo sucesivas remodelaciones, ampliando su tamaño. Es en la década de los 60 donde adquirió su configuración actual tras el derribo de varias manzanas, las cuales incluían la histórica calle Zaragoza, una de las calles más bulliciosas de Valencia cuya orientación ofrecía una vista inigualable de la puerta principal de la Catedral, conocida como la Puerta de los Hierros.

Un cruce de caminos y de épocas
Sus monumentos
La imponente Catedral de Valencia y su emblemático campanario, el Miguelete, delimitan la plaza por su flanco norte, ofreciendo uno de los mejores paisajes urbanos de la ciudad. Por el otro lado, el edificio Monforte, un notable ejemplo de la arquitectura modernista valenciana, y el esbelto campanario barroco de la iglesia de Santa Catalina flanquean su no menos opulento flanco sur, creando un entorno de gran belleza arquitectónica.

Vistas privilegiadas
En tu visita a la plaza de la Reina, no puedes dejar de entrar en la Catedral de Valencia, un monumento único que combina una fascinante variedad de estilos arquitectónicos y alberga el Santo Grial que, según la tradición, fue utilizado por Jesucristo en La Última Cena. Para obtener una visión panorámica del casco histórico de la ciudad, deberás subir al Miguelete. El campanario de la catedral que, con sus 207 escalones fue el edificio más alto de la ciudad, ofrece unas vistas espectaculares desde su punto más elevado.

Sus comercios
En los bordes de la plaza de la Reina, se despliega una amplia variedad de comercios, tanto cafeterías como restaurantes, que nos ofrecen un amplio abanico de opciones para descansar y disfrutar de Valencia. El más emblemático es la Horchatería Santa Catalina, un establecimiento con más de 200 años de historia que se ha convertido en una visita obligada para quienes desean degustar una de las mejores horchatas de la región. Su fachada, adornada con azulejos tradicionales valencianos, y su interior decorado con cerámica de Manises, cuentan la historia y tradición de la región valenciana.
En el lado opuesto, aguardan otros establecimientos que, si bien son más recientes, ya han dejado su marca en la historia de este lugar. Hablamos de la Chocolatería Valor, presente en pleno centro desde finales del siglo XX, es el lugar perfecto para disfrutar de un chocolate con churros mientras nos relajamos del bullicio urbano. Por su parte, el pub irlandés Finnegans, inaugurado en 1995, se ha convertido en un lugar de encuentro popular gracias a sus cervezas importadas y a la retransmisión de eventos deportivos en su amplio local. Un pedacito de Irlanda en el corazón de Valencia.
Sus eventos
Durante los fines de semana, la plaza suele cobrar vida con todo tipo de mercadillos que atraen a locales y turistas por igual. Desde mercadillos artesanales que florecen en la temporada navideña hasta ferias de comercio local que promueven un consumo sostenible, la plaza se convierte en un hervidero de actividades temáticas.
Entre mayo y junio, la explanada acoge el tradicional mercado de la Escuraeta, un mercado que se remonta al siglo XIII, época en la que Jaume I reconquistó la ciudad. Este mercado es famoso por sus artículos artesanales, que van desde artículos de cocina hasta objetos religiosos, siendo los artículos de cerámica valenciana y los artículos de barro cocido los protagonistas indiscutibles.
La presencia imponente de la Catedral, cuya entrada principal se abre hacia la Reina, permite que este espacio sea escenario de importantes eventos religiosos. En especial, la festividad del Corpus Christi en mayo destaca por su solemne procesión, que recorre la plaza al compás de las campanas del Miguelete y Santa Catalina.
